Capítulo 2


me fue revelada la gran verdad sobre mi vida. Y el collar me dijo;
“Enoch, esta será tu vida sí es que tu admites en tu corazón que así sea.”
2 Giré en busca de la verdad que se me había entregado, ansioso y temeroso de lo que allí venía, y vi toda la oscuridad de mi alma derramada ante mis ojos. Miles de hilos de sangre corrían por mi piel, quemando mis brazos, en una mar de tristezas que me ahogaban.
3 Comencé a llorar ante mi futuro malestar y el collar habló;
“Enoch este sólo es uno de tus destinos, el que tu elijas será de tu libre albedrío”
4 Y otra imagen prevaleció sobre las miles, más gris que la anterior, envuelto en papeles escalaba, incansable, con la esperanza soñadora de ver la luz del cielo algún día, a pesar de que los cúmulos de papel parecían aumentar.
5 El collar notó que mi tristeza no se apaciguaba y enunció con una voz solemne;
“Enoch, debemos irnos, aún tenemos lugares que visitar”
6 Me sentí caer en forma repentina, en oro y piedras preciosas y la voz dijo:
“Enoch, este es todo el oro que podrás tener a lo largo de tu vida”
7 Sonreí aliviado de mi bienestar, pero rápidamente noté que aquel desierto de oro y joyas que reflejaba las llamas del sol, quemaba mi rostro y grité atemorizado:
“¡Basta ¿Qué es lo que quieres de mi para que logre la felicidad?!”
8 De pronto surgí frente a una casa destruyéndose, el cielo se caía, los gritos y los llantos ensordecían. Una joven me decía; “¡estamos condenados!”. Sus negros ojos me indicaron que era una imagen de la verdad. Velozmente volví entre sombras y luces a mi realidad, entendiendo qué era eso lo que debía evitar a toda costa para lograr la felicidad y el descanso real de mi alma.

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