Capítulo 4


irad la creación y el cielo que la cubre, ved los ciclos con los que hemos sido bendecidos. Con el viento que fluye y la tierra que retiene, el agua que inunda y el fuego que arrasa.
2 Contemplad la sabiduría con la que fue construido el todo. Como hasta el más recóndito detalle fue hecho para ser observado. Mirad el rocío que rueda por la hoja del árbol otoñal.
3 Y ahora observad y ved a la tierra arrasada por los hijos del hombre, observad su paulatina desgracia. Observad los nubarrones que empañan nuestro cielo, mirad con vergüenza la mirada cabizbaja de tus hijos. La justicia llegará para todos los que olvidaron el orden original de las cosas y fragmentaron cada una de las reglas de la vida y decidieron someter al mundo a una eterna condena.
4 Para ellos no habrá perdón. La desolación embarga los años que vendrán y la justicia, al principio, parecerá carente, pero así fueron revelados los hechos y así serán.
5 La tierra será una, las montañas remontarán y el mundo para nuestros hijos se verá peligroso y desconocido. Una era de dolor nos irrumpe.
6 Vi como la tierra se secaba frente a mis ojos y ya no había futuro. Los hermanos morían ante los hermanos y de sangre eran los únicos ríos que se mantuvieron.
7 Los que alguna vez fueron poderosos lo seguirán siendo, pero ahora desde las sombras. Nadie verá venir el final, ni siquiera aquellos que lo hayan cultivado.

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